Palabras del Autor.

Suspendido indefinidamente.

Un saludo y Gracias.

sábado, enero 12, 2013

Romances Complejos. C-30

La aceptación del lunes.

La campana anunciaba el comienzo de la jornada escolar del día de hoy. Satoshi, extrañamente, no se ha presentado a clase. La mañana transcurre con normalidad: Tomoki con la mirada perdida en el cielo, Len con la mirada perdida en el perfil del rostro de Tomoki. Kaname, por su parte, no apartaba sus ojos del asiento donde Satoshi debería estar.

Suspiraba de vez en cuando con sus ojos siempre fijos en aquel asiento vacío. Las páginas de aquel día permanecieron vacías. No tomó nota siquiera de la fecha de ese día, solo se sentó ahí y se perdió totalmente. Al cabo de un buen rato, la puerta del salón se abrió.

Por el umbral de la puerta se asomó el rostro desvalido de Satoshi. Su expresión era como de derrota.  Mis disculpas por llegar a deshoras profesor –dijo Satoshi con una voz apagada. El profesor lo miró sorprendido e inquietado por aquella expresión que en su rostro traía. Haciendo un ademán con la mano, le pidió que pasase tranquilo.

Satoshi se dirigió hasta su asiento con el caminar muy pausado y, justo antes de llegar a sentarse, su cuerpo se desplomó pesado contra el suelo. El resto de la clase, al verlo caer, se alarmó por completo. Len fue el primero en abalanzarse sobre él para darle una mano. Su cuerpo hervía en fiebre. Su respiración estaba acelerada. Kaname había quedado sin palabras. No se había podido levantar de su asiento para ayudarle. Len lo tomó entre sus brazos y, con una fuerza desconocida, lo llevó cargado hasta la enfermería.

Llegada la hora del almuerzo, Satoshi se despertó de golpe. Pestañeó varias veces para recuperar la humedad en la vista. Se vio a si mismo recostado en una cama, pero aún no se había percatado de dónde estaba.  ¿La enfermería? –se preguntó al intentar bajarse de la cama. En ese momento, la cortina que lo ocultaba se corrió, apareciendo Len frente a él.

¡Hey, hey! –dijo Len intentando detenerlo ¡Ni creas que te irás de aquí!. Lo contuvo sujetándolo de ambos brazos. Su cuerpo aún ardía. Lo empujó despacio para hacer que se recostase de nuevo, pero él le pidió que lo soltase. – ¿Qué me ocurrió? –preguntó Satoshi bajando la mirada. Len se sentó a su lado y le contó acerca de su desmayo en el salón.

– ¿Y Kaname-kun? –preguntó luego. – Está en la cafetería con Tomoki-kun –respondió al tiempo en que tocaba su frente.  ¿Cómo sabes cuando alguien de verdad es correcto para ti, Len-kun? –preguntó entonces Satoshi, lo cual desorbitó a Len. – ¿A qué te refieres Satoshi-kun? –preguntó Len cruzándose de brazos.

Satoshi lo miró, sus ojos se veían totalmente diferentes. Su mirada mostraba ternura y miedo al mismo tiempo. ¿Cómo sabes a quién deberías querer cuando tienes a dos personas frente a ti? –preguntó. Len le sonrió y simplemente lo abrazó. Sólo descansa, no pienses en ello –respondió- Si tienes dudas, sólo escucha tu corazón.

Al decir esto, se levantó, se despidió de él y se marchó. Al cerrarse la puerta, Satoshi intentó, de nuevo, levantarse de la cama. Se colocó sus zapatos y caminó hasta la puerta a paso lento. Su caminar era torpe, aún estaba un tanto débil debido a su estado. Tomó la manilla entre manos e intentó abrirla. Lo intentó tres veces, hasta conseguir abrirla.

La campana para volver a clases sonó. Tomoki, Len y Kaname caminaban juntos por los pasillos dispuestos a volver al salón de clases.  Tengo algo que hacer –dijo Kaname- Espérenme en el salón, ya regreso. Len y Tomoki siguieron su camino hasta el salón. Kaname se dirigió a toda velocidad hasta la enfermería, entró en ella pero Satoshi no estaba. Su rostro quedó perplejo al ver que sus cosas seguían allí, pero que él se había desvanecido.

– ¡Ése idiota se debió de haber levantado! –gruñó dejando caer una lágrima al suelo- ¡Si se lastima…!-. En ese momento se escuchó un ruido a sus espaldas. – ¿Qué harás si me lastimo?  preguntó Satoshi. Kaname se dio la vuelta violentamente. – ¿Acaso vendrás a mí a quejarte por ello? –preguntó soltando una carcajada. Apenas podía permanecer en pie. Kaname estaba estático, mirándolo, con lágrimas en sus ojos.

– ¡Vamos! ¿Qué esperas? –dijo Satoshi con debilidad– ¡Di algo!–. Kaname se acercó a él y lo tomó entre sus brazos, llorando. – ¡Te amo, Satoshi-kun! –expresó, dejando caer sus lágrimas en el hombro de Satoshi. Éste, levantó los brazos y rodeó a Kaname, abrazándolo con mucha debilidad. – Te tardaste en decirlo –murmuró Satoshi plantándole un beso en la frente.



FIN.

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-Arigatou-

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