Len caminaba por los pasillos mientras leía un libro. Ya era la hora de volver a casa. Desde que había llegado se había mostrado débil y tranquilo, silencioso, y nadie se había atrevido a acercársele para, simplemente, establecer una charla con él. Ya frente a su casillero, tomó sus zapatos y continuó su camino, entonces se detuvo, cerró el libro y se dio la vuelta.
Se quitó de nuevo los zapatos y entró corriendo. Se dirigía a su salón de clases. Subió como 3 pisos a punta de escaleras hasta llegar a su aula de clases. Iba tan apresurado que, cuando abrió la puerta, no se dio cuenta de que Tomoki estaba frente a él. La cubeta de agua que Tomoki llevaba en la mano voló por los aires derramando el agua sobre ellos. Len cayó sobre el cuerpo de Tomoki.
– ¡Perdóname, perdóname! –dijo Len. Cuando sus miradas se toparon su rostro se sonrojó y sus palabras se secaron inmediatamente. Por primera vez, aquel día, podía ver el rostro de Tomoki de frente. Sus ojos, su nariz, sus labios. Cuando volvió en sí, se levantó apresurado y fue hasta su asiento a recoger lo que había dejado: un desgastado cuaderno. Luego intentó irse como si nada, pero Tomoki no se lo permitió.
– ¿Te irás? –le preguntó. Len apenas y logró mirarle de frente. – Deberías quedarte conmigo y ayudar ¿no crees? –dijo Tomoki después de una pausa–, después de todo, tú causaste este desorden–. El rostro de Len se quedó sin gesticular respuesta alguna, solo logró asentir con la cabeza. Así fue como cruzaron palabras por primera vez Len y Tomoki ese día…
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-Arigatou-
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