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Suspendido indefinidamente.

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sábado, octubre 27, 2012

Romances Complejos. C-19

Deja Vu. (Miércoles)

Era la hora del almuerzo. Tomoki buscaba forma y manera de zafarse de Satoshi y Len, quienes lo seguían por los pasillos. Ambos iban discutiendo (aunque parecía que Len lo hacía solo). Tomoki se ocultó entre un grupo de muchachos que iban por su camino y se desvió, sin que Len ni Satoshi se percataran, hasta los baños.
Espero y no me hayan visto –murmuró dejándose caer extenuado. Se secó el sudor que corría por su frente y se levantó de nuevo. ¿¡Qué pasa conmigo!? –añadió- ¡Soy un chico! ¡Ellos igual! ¿¡Por qué tienen que pasarme estas cosas a mí!? En ese justo instante, la puerta del baño se abrió. Satoshi cruzó el umbral.

Tomoki se espantó al verlo entrar tan confiado, como si supiera que estaba ahí. ¿¡Por qué no me dejas en paz!? –gritó Tomoki con los ojos húmedos- ¿¡Acaso no te bastó con lo que ya me hiciste!? Satoshi, con su rostro naturalmente serio, fue acercándosele, mientras Tomoki iba, a su vez, de retroceso. Se encontró entonces con la pared.

Satoshi, afincando una mano contra la pared, se posó frente a Tomoki sin dejar de mirarlo a los ojos. La mirada de Satoshi lo incomodaba totalmente, tanto que sus lágrimas no lograron ser retenidas. Satoshi se inclinó haci él y lo besó. No tienes por qué llorar –le murmuró con tono espantoso- No aún.

Tomoki se alarmó entonces, al escuchar esa advertencia de parte de Satoshi. Pero no podía moverse, los ojos de Satoshi han sido temidos desde el jardín de niños, con un record intachable. Satoshi recostó su cuerpo contra el de Tomoki esperando que este se moviese. Tomoki reaccionó y lo tomó entre sus brazos, claro que de manera involuntaria. El pánico lo había llevado a cometer el peor error de su existencia.

Si no quieres –le dijo al oído-, detenme. Tomoki trató de soltarlo, pero algo involuntario no se lo permitía. ¿Quieres probar de nuevo? –le murmuró al oído. El corazón de Tomoki iba a estallar al momento de escucharle decir aquello. Sus manos apretaron fuertemente la camisa de Satoshi y su rostro se mostró totalmente espantado. Satoshi le sonrió.

Le quitó la camisa a Tomoki sin mediar palabra alguna. Paseó sus dedos por aquel torso que temblaba del miedo, la blanca piel de Tomoki era todo un botín por disfrutar. Si no quieres que continúe –dijo-, dímelo y me detendré. Tomoki en ese momento, abrió la boca, pero de ella no salía palabra alguna.

Trató de articular, hasta más no poder, la más mínima vocal, pero nada. Ningún sonido llegaba a formarse. Satoshi sonrió de nuevo. Él sabía que no podría ejercer acción alguna sobre su cuerpo, por eso lo torturaba con aquellas pruebas. De nuevo, tal como lo había hecho en el salón de arte, desabotonó el pantalón de Tomoki. Éste, se sonrojó por completo y cerró los ojos para o ver lo que Satoshi le haría, aunque o sentiría.

Satoshi solo lo desabotonó. Su mano se poso sobre el pantalón, justo en la entre pierna, esperando que el cuerpo de Tomoki reaccionara. ¿Qué harías si te quito esto? –preguntó halando una parte del pantalón para que Tomoki supiese a qué se refería. Tomoki logró mover la cabeza en negación a aquello que le decía. Satoshi inclinó la cabeza.

¿No quieres que lo haga? –le preguntó- ¿Acaso es eso? Tomoki asintió con la cabeza. Sus ojos seguían cerrados y su rostro igual de sonrojado. Entonces, Satoshi, se agachó frente a él y le bajó el pantalón hasta las rodillas. Cómo me encantaría admirar tu cuerpo Tomoki-chan –dijo con una voz un tanto diferente- ¿Por qué no me aceptas?

Tomoki, al oír ese tomo de voz diferente, abrió los ojos y se topó con un gesto de tristeza en el rostro de Satoshi. Éste volvió a tocar el cuerpo de Tomoki. Cada hebra, cada lugar, ninguno era perdonado. A pesar de todo, Satoshi no había querido mover la ropa interior de Tomoki de su lugar. Juntó su cuerpo contra el de Tomoki de nuevo.

Mírame, Tomoki-chan –murmuró-, mírame o haré que te arrepientas por no hacerlo. Tomoki no cerró los ojos de nuevo a pesar de la amenaza que Satoshi le había propiciado. Satoshi, al ver que Tomoki se le negaba en sus narices, se desabotonó el pantalón, le tomó la mano a Tomoki y la infiltró dentro.

Tomoki empalideció al tentar lo que sus dedos palpaban. Comenzó a sudar. Satoshi le guiaba confiado el paso a aquellos torpes dedos. Sus ojos, también cerrados, se privaban de ver la expresión de Tomoki. Éste se descontroló más aún al sentir su espacio más invadido aún: la mano de Satoshi penetraba su ropa interior.

Un gemido se escabulló de la boca de Tomoki. Satoshi abrió los ojos sorprendido de lo que acababa de escuchar e intentó conseguir otro para su recuerdo. Tomoki se cubrió la boca, totalmente avergonzado, esperando poder retener algún otro gemido que se escapase de su control. Pero era algo que no podía evitar.

Sus gemidos comenzaron a ser más seguidos. Satoshi no tenía pensado detenerse hasta cumplir con lo que deseaba. Ambos yacían exhaustos, uno frente al otro, con sus manos en el miembro del otro. Un último gemido soltado por ambos al unísono fue el cierre de aquel éxtasis que los invadía. Satoshi se miró la mano, pegajosa, y sonrió. Tomoki apenas sintió aquella desconocida sustancia en su mano, fue incapaz de virar sus ojos para verla, para enfrentarla…

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-Arigatou-

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