Corrió a toda velocidad de regreso a su casa, subió hasta su habitación, abrió el closet y sacó una enorme caja marrón. – ¿Dónde… dónde… donde lo habré dejado? –se preguntaba mientras sacaba cosas y cosas de tal caja– Creí haberlo guardado aquí. ¿¡Dónde lo habré olvidado!?–. Se sentó en su cama, todo pensativo, y lo recordó. Su rostro se tornó temeroso. – El cuarto de mi nee-san –dijo con gesto melancólico.
– ¡Había olvidado que me lo había “confiscado” hace un mes! –masculló enojado. Salió de su habitación y se escabulló por el pasillo hasta llegar a la habitación de su hermana mayor. La puerta estaba entre abierta. Miró a ambos lados, esperando que su hermana no estuviese cerca y se lanzó de cabeza al interior de la habitación.
Se arrastró como si fuese un militar en guerra. Se levantó y comenzó a hurgar en las gavetas donde su hermana guardaba sus cosas. Había desde ropa interior hasta… pero a él nada de aquello le importaba, sólo estaba buscando algo específico pero ¿qué? La puerta se abrió de repente y su crujir aterró a Len.
– ¿¡Qué haces aquí!? –gritó su hermana al verlo revisando sus cosas (de nuevo)– ¡Esta vez si te mataré!–. Len se cubrió el rostro y se dejó caer sentado sobre el suelo. Su hermana soltó una sonora carcajada. – ¡Vaya valentía! –dijo a tono burlesco– Dime ¿qué tanto buscas entre mis cosas otra vez?–. Len se descubrió el rostro.
– Quiero el cuaderno, nee-san –respondió directamente– Lo quiero y lo quiero ahora–. Su hermana lo miró desafiante. – ¿Para qué quieres ese cuaderno? –preguntó excéntrica– ¿Qué podrías hacer con él?–. Len la miró con cierto enojo que se le denotaba en la mueca que hacía con sus labios. – ¿Acaso piensas usarlo en lo que estoy pensando? –le preguntó su hermana al sacar el cuaderno de un bolso que colgaba de la pared. Len se levantó y se cruzó de brazos.
– ¡Eres increíble! –dijo enojada– ¿Cómo puedes hacer algo así?–. Len le quitó el cuaderno de las manos y se fue a su habitación sin decir nada. Cerró la puerta con seguro, se recostó sobre su cama y se dispuso a leer aquel cuaderno. Estaba forrado con un papel adhesivo color rojo y llevaba en la parte trasera una etiqueta que llevaba escrito la palabra inglesa SECRET.
Lo abrió sonriendo malévolamente y fue hojeándolo poco a poco, leyendo solo los títulos con los que se marcaban cada página. Sonreía a cada página leída. Esto no. Esto tampoco –murmuraba- Esto ya lo hice. Esto también-. Y así continuó hojeando el cuaderno, buscando y buscando, como si en ese cuaderno contuviese respuesta para toda clase de problemas.
– ¡Aquí está! –gritó entusiasmado– ¡Esto es lo que me ayudará!–. Levantó el cuaderno sobre su cabeza y se dejó caer hacia atrás. En la parte superior de la página que sostenía, apenas se lograba leer una letra cursiva: “¿Cómo ser el número uno cuando hay dos?”. Len leía y leía lo que aquella página contenía mientras murmuraba algunas palabras y se llevaba un dedo a la boca, como pensativo…
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-Arigatou-
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