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Suspendido indefinidamente.

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sábado, noviembre 24, 2012

Romances Complejos. C-23

Ese jueves. (Parte2)


Él yacía callado sobre las sábanas. Su rostro sonrojado atraía más y más la atención de Len. Aún no se le acercaba. Quería hacerlo, pero temía. Temía llegar a herirlo o llegar a ser odiado. Tomoki seguía mirándolo, como de que algo sucediese en verdad. Se sentó luego en al borde de la cama, estiró su brazo, para alcanzar a Len, y le tomó de la mano. Temblorosamente, lo atrajo hacia sí sin apartar la mirada de él.

Su otra mano trepó hasta su camisa y, delicadamente, tiró de ella, haciendo que Len se inclinase hacia él. ¿En verdad? –preguntó Len un tanto temeroso. Tomoki apartó la mirada de él y, asintiendo con la cabeza, dijo “si” con una voz casi murmurada. Len, tomándo a Tomoki de la barbilla, hiso que lo mirase de nuevo. Se inclinó hacia él aún más, al punto en que sus labios rozaban los de Tomoki. Éste, en ese instante, apretujaba la camisa de Len.

Se besaron. Tomoki cerró los ojos y retrocedía sin, siquiera, soltar la camisa de Len. Éste, le seguía el paso serenamente. Sus manos aún no habían entrado en contacto con Tomoki, aún se mantenía paciente y discreto. Sólo lo besaba. Lo besaba como lo había estado esperando. Tomoki aún no le soltaba la camisa.

De repente, Tomoki se detiene. Sus ojos se clavan fijos sobre los de Len. Murmuró algo que no llegué a entender. Len le tomó las manos y las hiso a un lado, se inclinó aún más hacia él y le besó la frente. Sus manos comenzaron, entonces, a invadir su cuerpo, infiltrándose por los costados del torso. Sus labios buscaban tocar de nuevo los de Len.

La respiración de Tomoki empezaba a acelerarse al sentir, por primera vez, las manos de Len sobre sí. Sus manos buscaban aposento donde sitiarse, pero él deseaba posarlas sobre el cuerpo de Len tal como él lo hacía consigo. Las levantó y las aferró a la camisa de Len. Buscó los botones e intentó zafarlos, pero el nerviosismo no se lo permitió. Len alejó sus manos de aquel torso y las llevó hasta su propia camisa. Se despojó de ella dejando, ante los ojos de Tomoki, su torso al desnudo.

Las manos de Len se posaron sobre los botones de la camisa de Tomoki y, uno por uno, los fue desollando. Tomoki se sintió incómodo, pero no se negó. Se sentó y se quitó la camisa por completo. Len se dejó caer sobre él y sus cuerpos entraron en contacto. Las manos de Tomoki se paseaban por la espalda de Len, acariciándola, conociéndola, dejándose llevar por el beso que recibía en ese instante. Por un momento el nombre de Len se le zafó de los labios. Se llevó la mano a la boca para cubrírsela. Len le sonrió.

El cielo de esa tarde estaba despejado, brillante. El aire soplaba lento y el calor se sentía sutilmente sobre la piel. Tomoki se veía entonces frente a Len con su desnudez plena. Sus cuerpos estaban uno frente al otro, sus manos estaban entrelazadas, sus labios se rozaban y sus miradas estaban fijas.

Len, tomando a Tomoki por los hombros, lo recostó contra la cama y fue besándole el cuello lentamente. La voz de Tomoki se mantenía muda, apenas y se le escuchaba la exhalación acelerada por los impulsos del tacto. Los besos de Len lentamente iban descendiendo por su pecho, por su estómago, hasta su entre pierna. Las manos de Len se arrastraron desde sus pies hasta el mismo lugar. Su excitación fue inevitable.

La lengua de Len probó la piel de su miembro erecto y Tomoki no pudo evitar el soltar un gemido de placer. Se llevó las manos a la boca y apretó los ojos para auto controlarse. La lengua de Len seguía ejerciendo control sobre su miembro, y Tomoi no podía retener aquello que le incitaba ese “ejercicio”. Len se levantó, se arrimó hasta estar junto a Tomoki y poso una mano sobre su miembro.

La masturbación comenzó como un dulce masaje. Tomoki continuaba con la boca cubierta. Len, con su mano libre, le agarró una de las de Tomoki y la colocó solo su propio miembro. Tomoki se descubrió la boca y miró fijamente a Len. Sus ojos mostraban sorpresa; los de Len lo seducían y lentamente fue copiando la acción que la mano de Len ejercía sobre él. Sus gemidos se tornaron más continuos.

Tomoki se cubrió la boca de nuevo para no escuchar esos bochornosos gemidos que salían de su boca. Len se detuvo. De forma brusca, agarró a Tomoki por la cintura y lo obligó a colocarse boca abajo. Lo colocó de rodillas, paseó sus manos por todo su cuerpo y, poco a poco, fue inclinándolo hacia adelante dejando su pelvis alzada. Te dolerá un poco –dijo Len mientras lo tomaba por la cintura.

Tomoki no sabía a qué se refería cuando había dicho que le dolería. Él solo se dejó llevar por lo que las manos de Len le ordenaban que hiciera. Pocos segundos después soltó un grito de dolor al sentir que algo había sido incrustado a su cuerpo. Su rostro denotaba estupefacción. Len arremetía contra él en intervalos medios. Sus cuerpos se balanceaban de atrás hacia adelante. Tomoki gemía y gemía con cada sutil empujón mientras Len mantenía sus manos aferradas a su cintura. 

Tomoki mantenía sus ojos cerrados, el color de su rostro no dejaba de ser rojizo. Su posición goteaba, manchando las blancas sábanas con aquella babosa esencia. Tomoki no lograba evitar esos gemidos suyos que, al parecer, excitaban más y más a Len. Estaban ya exhaustos, sus cuerpos no habían alcanzado ya su límite, aquellas sábanas mostraban su presencia. Sus cuerpos, sudados, uno sobre el otro, reposaban con la respiración acelerada. Aún se tocaban. Se murmuraban palabras y, tomados de la mano, permanecieron en esa posición hasta recuperar de nuevo el aliento…


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-Arigatou-


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