El pizarrón, abarrotado de números, es apenas entendido por Tomoki. Su mirada analiza despacio cada minúscula parte de aquel pizarrón. Su infantil rostro no muestra nada más que seriedad, seriedad y atención. La voz del profesor retoza en su cabeza una y otra y otra vez. En conclusión: no tiene ni la menor idea de lo que está viendo.
Len, por su parte, no miraba a ninguna otra parte sino, expresamente, a la castaña cabellera de Tomoki. La poca piel que se llegaba admirar de su nuca era, para Len, una muestra divina de su total deseo por tocarlo. Era toda una tentación: estrechar la mano y llegar a, simplemente, rozarle el cuello medio descubierto.
Satoshi, a lo lejos, yacía en silencio absoluto tomando notas en su cuaderno. Todo fue calma hasta el momento en que la voz del profesor atrajera la atención de estos tres individuos de una forma sobrenatural. Esta semana quiero que formen parejas de nuevo –dijo el profesor mientras acomodaba una serie de papeles en su escritorio-, justo como la semana pasada.
Esas palabras funcionaron como un catalizador de un fenómeno inexplicable que ocurrió precisamente en ese momento. ¡Pido a Tomoki-chan como pareja! –expresaron Len y Satoshi al unísono tras levantarse cada quien de sus respectivos asientos. El murmurar del resto de compañeros de la clase fue algo inevitable.
¿De nuevo? –murmuraban unas chicas- ¡Es increíble eso de parte de Satoshi-chan!-. Tomoki no encontraba lugar donde ocultar su rostro de la vergüenza que estaba pasando frente al resto de la clase. ¡Vaya! –expresó el profesor sorprendido- Veo que de verdad se esfuerzan por ayudar al joven Kouta-chan.
<<¡Esto no es esfuerzo!>> pensó Tomoki. Esto es una pesadilla –murmuró ocultando su rostro entre sus brazos, recostados sobre su pupitre. Len y Satoshi se miraban el uno al otro, justo como había sucedido la semana pasada...
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-Arigatou-
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