Fanfic Project V2.5a: A Techno Love (Just a Bite Words)

Un Amor Tecnológico

(Solo una mordida de palabras)

Escenario: una habitación a oscuras. La luz de un monitor de computadora era retenida por su presencia. estaba envuelto en gruesas sábanas de un color irreconocible. El sonido del insistente y continuo tecleo era lo único que ambientalizaba aquella tétrica oscuridad.

Su rostro se sonrojaba cada vez que escribía o, en su defecto, cada vez que le respondían. Sus ojos, iluminados, se habían ya enrojecido del cansancio, pero no quería dormir... quería permanecer despierto hasta más no poder. Una ventana nueva se abre: un alguien sin importancia. La deja de lado y vuelve a su ventana indescifrable. Versos, prosas, conversación... todo ello entremezclado.

– "¿Nos veremos?" –pregunta aquel de falso nombre. Una sonrisa tonta se dibuja antes de teclear, temblorosamente, un si muy prolongado. Prontamente, aquel de falso nombre, le describió las prendas que llevaría vestidas la tarde del día siguiente. Un mutuo "hasta mañana" dio por concluida la conversación. Un suspirar constante escapaba de su boca momentos antes de encerrarse bajo el calor de las sábanas. No durmió sino hasta pasada la madrugada.

* * *

Escenario: su habitación. Momento incómodo: cuerpos, uno sobre el otro, manos entrelazadas, miradas furtivas. Palabras bambonean en el aire, unas tras otras, abrazadas por un cálido tono de voz...

- Hace 20 minutos -

– ¡Me siento ridículo! –se dijo fastidiado. Vestía jeans de un azul desgastado por el lavado, una playera negra y un par de muñequeras en la mano derecha. En su rostro, anteojos negros, nada llamativos. De su cuello colgaba un cartel con el alias de aquella sala de chats escrito sobre él. Las personas le miraban extrañados por aquel cartel nada usual, a fin de cuentas, estaba en todo el centro de la ciudad. – Insisto, fue una mala idea–.

– ¿Mala idea? –dijo una voz a su lado– ¿También te lo parece?–. Él, alzando la mirada (yacía sentado en el suelo), se topó con una mirada que le pareció en extremo atractiva. – He venido a conocer a alguien y aún no sé si enserio vendrá –dijo confianzudamente aquel otro. En su rostro se le dibujó una sonrisa al ver que ambos estaban en la misma situación.

El tiempo se escurría minuto a minuto, hasta concretarse hora y media de espera. Ellos no habían dejado de charlar en ningún momento. – Tal parece que nunca llegarán –dijo mirando en derredor. Él asintió. Por un segundo se quedó callado. Aquel otro, extrañado por su gesto se le aproximó y, tomándolo de ambos hombros, lo sacudió. – ¿Qué te pasó?–.

– Eres... ¿Siempre fuiste... tú? –preguntó señalandole el cartel que le colgaba del cuello. Ambos habían olvidado que los llevaban colgados todavía. – Siempre fuiste un chico –musitó dando un paso hacia atrás. Aquel otro, con sus grisáceos ojos, lo miró con enojo, lo haló de un brazo y le pidió que le acompañara. Tomaron un taxi y, minutos después estaban en casa de uno de ellos.

Momento incómodo: cuerpos, uno sobre el otro, manos entrelazadas, miradas furtivas. Palabras bambonean en el aire, unas tras otras, abrazadas por un cálido tono de voz. – ¿En verdad te importa tanto que sea hombre como tú? –preguntó clavando su grisácea mirada sobre sus humedecidos ojos. – ¿Acaso no te enamoraste de mis sentimientos? ¿No te importa nada de lo que te había dicho?–.

Quiso llorar. Quería que lo soltase y huir de la habitación sin volver la mirada atrás. Pero su corazón estaba demasiado acelerado; su piel, siendo tocada por aquel que tanto le miraba, no quería ir a ningún otro lado, sino permanecer. – Dime algo siquiera –dijo el otro– Si deseas, me voy–.

Temblorosamente, moviendo la cabeza, soltó un rotundo no de entre sus labios. Su voz lucía tan frágil en aquel momento que, de momento, recitó un poema de no más cuatro versos. Un beso fue más que suficiente para aclarar la situación...