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sábado, diciembre 29, 2012

Romances Complejos. C-28


Calor de sábado.


Daban las 3:00pm en el reloj cuando Tomoki se vio caminando por las calles que llevan a casa de Len. Se detuvo en una esquina y tomó un poco de aire. Alzó la mirada al cielo y cerró los ojos. ¿¡Qué hago aquí!? –se preguntó tomando aire profundamente. Le sudaba la frente. El calor que hacía era un tanto superior al acostumbrado.

Cuando estuvo dispuesto a seguir caminando, se topó con Kaname al darse la vuelta pues pensaba regresar a casa. Kaname lo miró con extrañeza. Tomoki-chan ¿Qué haces por aquí? –le preguntó- Estas muy lejos de tu casa-. Tomoki intentó mirarlo y mentirle, pero no podía. Ni yo sé qué hago por estos lares –respondió con enojo- Y todo por culpa de Len-chan-. Kaname le sonrió, lo tomó de la mano y lo haló. Ven conmigo a mi casa –dijo alegremente. Tomoki le sonrió y aceptó su invitación.

¿Acaso venías a buscarlo? –preguntó Kaname de repente. Tomoki no le entendió la pregunta y le pidió que se diera a explicar. A Len-chan, ¿venías a por él? –preguntó esta vez para que Tomoki entendiese. Éste no supo qué responderle. No te preocupes, dímelo –sonrió Kaname- A mí también me gusta un chico, pero él no me hace caso-.

Tomoki se sonrojó. No, no es eso –murmuró- A mí no me gustan los chicos-. Kaname lo miró sonriéndole. Len-chan me lo contó –dijo- Lo que sucedió ayer-. Tomoki lo miró impactado. Vino a mi casa llorando después de eso –añadió Kaname- Él no quería herirte Tomoki-chan.

Se detuvieron frente a la casa de Kaname. Tomoki nunca había ido a su casa, por eso, al darse cuenta, se fijó que Len vivía justo en frente. ¿Quieres ir a hablar con él? –le preguntó. Tomoki negó con la cabeza. Kaname lo invitó a pasar y, una vez puesto un pie dentro de la casa, Tomoki lo abrazó rompiendo en llanto. ¡No quiero! –dijo- ¡No quiero enamorarme de él! ¡Pero lo quiero!-. Kaname lo abrazó entonces he intentó calmarlo, pero se quedó sin palabras al ver que Len bajaba las escaleras.

¡Yo no quiero decirle que lo amo! ¡No quiero, no quiero! –decía Tomoki mientras Len se le acercaba por la espalda. Kaname le hacía señas para que regresase al piso superior, pero Len lo ignoraba. ¡No quiero que sepa porque no quiero amarlo! ¡Me niego a hacerlo!-. Len, entonces, lo abrazó dejando caer sus brazos desde los hombros de Tomoki hasta su pecho.

¿En verdad sientes eso por mí? –le preguntó halándolo hacia sí. Kaname lo soltó, pero Tomoki, en última estancia, se aferró a su franela. No me dejes, por favor –dijo halándolo de la franela, pero Kaname tuvo que zafarse de él y dejarlo a solas con Len. ¡No me dejes solo! ¡Kaname-chan! –gritó Tomoki con la voz entrecortada.

Cálmate, cálmate –dijo Len mientras aún lo abrazaba- No tienes por qué temerme-. Tomoki lloraba y lloraba. Rasguñaba los brazos de Len para que lo soltase pues estaba muy débil como para tratar de golpearlo. Len resistía los rasguños y, a medida, iba presionándolo con más fuerza. No importa cuánto me hieras –dijo Len-, tú me gustas Tomoki-chan. Tú y solamente tú-.

Tomoki, al oírlo, se quedó quieto. Len lo soltó lentamente y, Tomoki, trató de alejarse de él. ¡Espera! –dijo Len al halarlo de un brazo. Tomoki se tropezó con el borde de un sofá que ahí estaba y se vino abajo junto con Len. Abrió los ojos y se topó con los ojos de Len que lo miraban a punto de llorar. Te amo Tomoki-chan –dijo apoyando su cabeza sobre el pecho de Tomoki. Éste, con el rostro bañado en lágrimas, lo arrulló entre sus brazos dejando escapar, de nuevo, lágrimas de sus ojos.

Len levantó la cabeza y se inclinó hacia Tomoki. Dímelo –murmuró-, dime lo que no quieres decirme-. Tomoki cerró los ojos y se mordió los labios. Vamos, dilo –dijo Len rozándole los labios con los suyos. Kaname reapareció y, al verlos, cayó sentado sobre el suelo. Sin que se diesen cuenta, se arrastró hasta llegar a la cocina. No debí haber visto eso –murmuró- no debí haber visto eso-.

Se levantó y salió por la puerta trasera. Se dirigió al fondo del patio y saltó la pared que separaba su casa de la que estaba al otro lado. Justo en esa casa vivía Satoshi. Cayó de golpe contra el grueso césped que había en aquel patio. Corrió hasta la puerta e intentó abrirla, pero estaba cerrada. Se hiso a un lado y alzó la mirada. La ventana de la habitación de Satoshi estaba abierta. Miró al suelo y comenzó a buscar algo: unas piedritas, para ser específico.

Tomó unas 5 o 6 y comenzó a arrojarlas contra la ventana. Al lanzar la tercera (o la cuarta) Satoshi se asomó por la ventana y miró directamente hacia donde él estaba. A los pocos minutos, Satoshi estaba parado junto a la puerta mirándolo con esos ojos vacíos suyos. ¿Qué diablos crees que haces? –preguntó enojado. Kaname al verlo, corrió hacia él, embistiéndolo. Ambos cayeron al suelo.

¿¡Enloqueciste!? –gritó Satoshi totalmente enfurecido. Kaname lo miró a los ojos y, sin chistar palabra alguna, lo besó. Satoshi lo detuvo y lo miró fijamente mientras se mordía el labio inferior. Estás totalmente equivocado –dijo y, con fuerza, cambió de posición con él, estando ahora Kaname contra el suelo. Entonces Satoshi lo besó.

¿Por qué no puedes fijarte en mí, Satoshi-chan? –preguntó Kaname mientras le acariciaba el rostro- ¿Por qué no dejas que sea yo quien te quiera?-. Satoshi se mantuvo en silencio. Si no me quieres, ¿por qué haces esto? –preguntó Kaname derramando una lágrima- ¿Por qué eres tan cruel conmigo?-. Satoshi le secó la lágrima y se inclinó hacia él. Tal vez porque a ti te gusta que yo sea así contigo –respondió directamente. Kaname lo rodeó entre sus brazos y lo besó nuevamente.

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-Arigatou-

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