Shugo Chara: Little Friends

Pequeños Amigos.

– No te vayas –dijo obstaculizandole el paso. Se mantuvo de espaldas a él. – Por favor, Tadase, quédate esta noche–. Kukai, temeroso, esperaba con ansias un rechazo pues no había pensado nada bien qué haría si Tadase aceptaba su petición. Éste, le sonrió.

– Claro, Kukai. Suena divertido –respondió;– Pero sabes que debo pedir permiso primero–. Kukai, sin dejarse ver el rostro, le abrió la puerta y le indicó dónde estaba el teléfono. Tadase, al salir de la habitación, lo buscó sin perder tiempo alguno. Kukai, un poco nervioso, se quedó parado junto a la puerta a la espera de Tadase pues, con lo avergonzado que estaba, no quería arriesgarse a ser descubierto.

– ¡¿Y no pudiste decirme que no?! -musitó asomándose lentamente por las escaleras. Tadase yacía hablando tranquilamente por teléfono. – Está bien, gracias mamá –dijo antes de colgar. Alzó la mirada y vio a Kukai mientras huía de vuelta a la habitación.

– Lo intentará una vez más –dijo liberado un suspiro de resignación;– De igual manera no podía negarme a su petición–. Subió las escaleras, entonces, abrió la puerta y ahí estaba él, Kukai, tan animado y tranquilo como siempre. Había acomodado toda la habitación para volverla un cuarto de juegos.

– Tardaste mucho, Tadase –dijo sonriéndole;– Ven y siéntate aquí, tengo nuevos juegos de video y quiero probarlos contigo–. Tadase, cerrando la puerta a sus espaldas, prosiguió a hacer como si nada hubiese sucedido. Aunque, en verdad, nada había sucedido todavía.

El sábado, entre juego y juego, se fue veloz. Las victorias de Tadase en los juegos de lucha o sus derrotas en los juegos deportivos: había sido todo un día de diversión y entretenimiento desenfrenado. Kukai no había actuado de ninguna forma fuera de la normal y Tadase simplemente estaba disfrutando de la compañía de su mejor amigo.

La noche cayó, permisiva, sobre la ciudad. Tenían que tomarse un baño antes de dormir, órdenes de la señora de la casa. Kukai le cedió la oportunidad a Tadase para que se bañara mientras él arreglaba los destrozos hechos en la habitación. – Bueno, gracias, ya regreso –dijo amablemente mientras llevaba entre brazos ropas que Kukai le había prestado.

– Vamos, apresúrate antes de que mamá comience a discutir –dijo Kukai empujándolo fuera de la habitación. Tadase le sonreía. – ¡Ya voy, ya voy! –dijo sonriente mientras bajaba las escaleras. Kukai volvió a la habitación. Velozmente lo limpió y acomodó todo para el regreso de Tadase. Al cabo de unos cuantos minutos éste ya estaba de vuelta.

– Ya volví, es tu tur... –dijo Tadase, pero al fijarse de que la habitación estaba a solas no culminó la oración. – Debió haber bajado, lo esperaré acá–. Entró en la habitación con la confianza de que era como la suya propia. Cerró la puerta y avanzó hasta el centro de la habitación. Kukai (oculto detrás de la puerta) le llegó por la espalda y, haciéndolo girar, se inclinó hacia él y, sin mediar palabra alguna, lo besó. En su mente un "¡Lo logré!" daba vueltas y vueltas...

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-Arigatou-