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martes, enero 14, 2014

Junjō Romantica: Invasive Romanticist.

Romanticismo Invasivo

Era idílico. Hasta el polvo podría haber previsto la más remota intencionalidad en él, excepto al escabullirse en la penumbra -cosa que ocurría bastante a menudo-. De vez en cuando y cada vez que podía -es decir: siempre- se las ingeniaba para escabullirsele bajo las sábanas mientras dormía. Aunque, en verdad, no era cosa difícil tratándose de alguien con tan pesado sueño.

Era ya usual, para él, levantarse por las mañanas y caminar hasta la cocina -con ambos ojos cerrados-, servirse un vaso con agua, dar la vuelta y volver a la habitación, subir las escaleras -tal como las había bajado-, abandonar el vaso en la mesita de noche junto a la cama y, para cerrar, acurrucarse entre las sábanas. Era un proceso, casi, automatizado. Su cuerpo, totalmente, se encontraba en sintonía con lo que le rodeaba, con el lugar donde vivía. Aún así, siempre se llevaba la sorpresa de hallarse, a sí mismo, semi-desnudo junto a Usagi.

De momento, justo ahora, no se había percatado (de nuevo) de la situación. Deja el vaso sobre la mesita de noche, junto a la cama, se sienta al borde de la cama y se recuesta. Takano, despierto desde hace no más  de cinco minutos, lo mira mientras duerme. Sus ojos le acarician, centímetro a centímetro, el desnudo torso; cosa que no podría -de momento- hacer con sus manos (aunque lo desea). Solo se está ahí quieto, cual estatua, en la postura más cómoda que pudo encontrar para, no solo mirarlo, sino embestirlo luego.

El lento respirar de Misaki, tan calmado, tan angelical. Normalmente se haya alterado y, muy poco, puede vérselo enserio relajado -como cuando duerme-. Su rostro, su semi-infantilado rostro, tan sereno, siempre lucía como malhumorado, más en ésos últimos días. Usagi seguía viéndolo, en silencio, aunque moría por besarlo, por tomarlo de las ambas manos, fragilizarlo hasta el límite. Mientras: esperaba. Tan solo esperaba y esperaba ante lo que, para sus ojos, representaba una divinidad humanizada.

La oscuridad de la habitación parecía ponerse, diariamente, de acuerdo con Takano. El cuerpo de Misaki, por si mismo, resplandecía: era su belleza -quizá-. De vez en cuando se daba la vuelta. Usagi sonreía ante aquello. Misaki, de allá para acá, buscaba comodidad, pero no la hallaba. En su rostro, ligeramente, se dibujaban muecas de fastidio y enojo, aún estando dormido. No concilió hallarse comodidad alguna, bruscamente dio una vuelta y, con ello, inevitablemente, se topó con Usagi. Despertó.

- ¡¿U-Usagi san?! !¿Qué haces aquí?! -preguntó exaltado, a punto de bajarse de la cama. Usagi lo tomó del brazo.
- Te esperaba -musitó al halarlo dulcemente hacia él- Solo te esperaba, eso hacía-.

Con un tono, como suplicante, musitó su nombre una y otra vez. «Misaki, Misaki» masculló tiernamente mientras, invasivo, deslizaba su mano por debajo de la ropa interior de Misaki. Obviamente, éste, no podía (o tal vez no intentó) siquiera negarse. La seducción de la emboscada a la sombra de un medio día tardío era su estilo... bueno, lo era solo cuando quería enamorarlo más y más -es decir: todos los días-.


1 comentario:

  1. Ajgdajshja, me arrepiento de no haberlo leído cuando me dijiste (Lo siento, por cierto;c) me pareció super tierno y me hubiera gustado leer lo que sucedería después... de solo imaginarlo *nosebleed* *0*

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