Absolutamente Cerca
«Lo veo, de nuevo, asustado. En su rostro... el miedo... es como ver a la muerte a la cara y que, ésta, te robe todos los sentidos. La demencia solitaria que se desdibuja, muy esquiva entre cada parpadear suyo, me intriga.
Una inquietud -infinita- que parece sudarle, como vocales sueltas, de entre los labios... sus palabras, temerosas todas, huidizas, le hacen correr desde el interior, poco antes de perecer estático en su pesimismo, inútil pesimismo. ¿Cómo no querer estar, ahí, con él? Su fragilidad... su fragilidad me atrae. No... no es eso... tal vez, por una parte... pero más allá de todo -esto y aquello- no sé exactamente...
Quiero saberlo... pero no me interesa. Apenas y le veo, aún estando pero tan cerca. Pero me aleja, no lo sé. Lo veo, de nuevo, asustado. El placer del no tener sentido alguno, ese placer absurdo que tiene el temor, no lo comprendo... no del todo: quiero comprenderlo a él. El padecimiento, el infinito terror... éstos diarios... lo trastornan, lo hacen mi enemigo... lo quiero entre mis manos.
Exactamente así, tan escurridiza como el agua entre los dedos, suele ser su valentía. Pero es hermosa. Lo quiero de la mano... el soplar de los vientos del norte, el horizonte desmayado, el reloj -común y corriente- y su tictac al fondo de la habitación... Lo quiero inocente y temeroso... humano.
'Besarlo'... ¿Por qué? ¿Por cuánto? 'Besarlo'... ¿Hasta cuando? ¿Querrá? Besarlo... de nuevo... besarlo. Una y otra vez, con o sin aprobación, sólo besarlo y quererlo y amarlo y tenerlo... y besarlo. ¿Era de esperarse tanta cursilería o es solo un impulso (o muchos a la vez) de lo que denominamos "razón del corazón"? No termino de entederlo, de entenderme... sólo lo quiero... más que eso.»
*Se derrite*
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