Tú (no) puedes negarlo.
«No sé en qué momento perdí la compostura. No recuerdo ya cuándo fue la primera vez que, en aquella habitación, me dejé ser como justo ahora -aunque no quiera- y lo disfrute de todos modos.
Me llevé su sexualidad -fuere la que fuere- a la boca, a través de sus labios, dedos... a través de su entrepierna. Pero no quería. Yo no quería. No quiero hacerlo más, aunque termino siempre corriendo hacia esa habitación, ésta. Por que sé que él estará allí, siempre, ya sea leyendo o simplemente esperándome... detesto que me espere.
Y deja la puerta abierta. La deja siempre abierta porque sabe que iré, aún cuando digo que no es así. Porque sabe, también, que detesto que me toque, que esté próximo, que haga cosas raras con mi cuerpo como si no le importase, del todo, mis réplicas.
Me llevo su sexualidad a la boca, justo ahora. Quiero que se detenga. Que su mano se resbale por mi pecho, lento muy lento, y me acaricie como lo hizo ayer. Quiero que se detenga. Que muerda mi cuello sin dejar marcas y camine por mi espalda, con los labios, de ida y vuelta. Quiero que se detenga.
Quiero correr, no volver la vista atrás y olvidarme de todo esto. Lanzarme al súbito vacío más allá de las paredes y olvidarlo todo, olvidarlo a él. Correr... correr a ninguna parte en específico y terminar de nuevo frente a esa puerta, frente a esta habitación, frente a su malditamente tierna mirada... que me espera, que lo deja todo y se levanta, sonríe, me pregunta "¿Cómo estás?" porque le intereso. Y me hala de la mano, me toma entre sus brazos, cálidos siempre, me suplica que me quede, me desnuda sin permiso...
...me dice que me ama.»
Lo que te dije por chat? Bueno, aqui esta materializado ajannsja
ResponderEliminar